El “slow travel”, que aboga por un turismo más sostenible y donde prime la experiencia, se afianza en los últimos meses como tendencia mundial. Una manera de viajar que encaja perfectamente con la oferta turística de Entre Ríos.
El movimiento “slow”, que afecta al turismo pero también a otros aspectos como la gastronomía (slow food), nació en Italia a mediados de los años 80 y, en cierto modo, se concretizó a finales de los años 90 y principios de los 2000 con la creación del Instituto Mundial de la Lentitud y la publicación del libro de Carl Honoré Elogio de la lentitud.
En ese libro de 2004, Honoré describe el movimiento slow como “una revolución cultural contra la noción de que más rápido siempre significa mejor”. No se trata, según el autor, de hacerlo todo a paso de caracol, sino de hacerlo todo a la velocidad adecuada.
Turismo slow: de tendencia a realidad
De ahí se deriva el slow travel o turismo slow, que apuesta por viajar sin prisas y disfrutar del lugar y la experiencia, en oposición al turismo de masas o al de visitar los lugares simplemente para hacer la foto y poder decir aquello de “acá estuve yo”.
El turismo slow lleva años ganando terreno, pero especialmente en los últimos meses, en los que muchas personas se han replanteado su manera de ver las cosas, y gracias también a una creciente concienciación medioambiental en la sociedad, se está convirtiendo en la manera preferida de viajar para muchos.
Incluso en ciudades donde lo que se vendía era precisamente el desenfreno y el non-stop, se empiezan a incluir opciones para aquellos que desean conocer realmente los lugares que visitan y no andar solamente de paso.
El mejor ejemplo de este cambio de tendencia es Las Vegas, una de esas ciudades que nunca duerme y que es famosa por sus casinos, sus noches y sus luces de neón. Ahora, muchos viajeros se inclinan por disfrutar más del lugar, el momento y las experiencias que nos pueda ofrecer; el hecho de visitar las mesas de casino ya no es lo único importante, menos cuando esa forma de entretenimiento resulta fácilmente accesible en el ámbito digital.
Las Vegas se reinventa para demostrar que es mucho más que casinos, fiesta y bodas a lo Elvis y Marilyn. Recientemente, la publicación Culture Trip ofrecía una completa guía para los amantes del turismo slow en la que se recomendaban desde visitas a los viñedos cercanos a la ciudad hasta paseos en kayak por el río Colorado a través del Black Canyon.
Turismo slow en la Argentina
En la Argentina se han llevado a cabo distintas iniciativas para impulsar el país y su amplia y diversa oferta turística como destinación perfecta para el turismo slow.
En este sentido, la ciudad balnearia de Mar de las Pampas, en la provincia de Buenos Aires, es pionera en suscribirse y promover los principios del movimiento slow. Desde 2006, se destaca como una localidad que prioriza el turismo sostenible, aquel que respete al máximo el medioambiente. No se permite el tránsito por la ciudad a más de 30 km/h, aunque la mayoría de sus habitantes y turistas optan por desplazarse a pie o en bicicleta. Otra peculiaridad de esta localidad costera es que no cuenta con locales de comida rápida, todos sus establecimientos ofrecen sabrosas comidas caseras e invitan a sus comensales a tomarse su tiempo mientras comen y conversan.
Más recientes son iniciativas como el Plan Estratégico de Balcarce 2020, que se desarrolla en la pequeña localidad de Villa Laguna Brava. Esta villa rodeada de sierras y aguas cristalinas se sumó al movimiento slow apostando por la producción local con cultivos orgánicos y artesanales.
Entre finales de 2020 y febrero de este año, el Centro Argentino de Turismo Responsable y Sostenible puso en marcha la campaña “Turismo Tranca”. Esta campaña a favor del turismo tranquilo tenía como objetivo promover el turismo slow y sostenible para contribuir de manera activa a los objetivos establecidos por Naciones Unidas en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Turismo slow en Entre Ríos
Con un atractivo turístico marcado por las termas de Entre Ríos, la provincia es una destinación ideal para los amantes del turismo slow.
Además de los complejos termales, Entre Ríos destaca por el turismo rural y el turismo de aventura en contacto directo con la naturaleza, y por actividades tan acordes con el espíritu slow como la pesca deportiva o el avistamiento de aves, siempre de manera respetuosa con el medio.
Además, a la riqueza natural de la provincia, que cuenta con varias áreas naturales protegidas, hay que sumar la riqueza cultural derivada de la herencia de las distintas gentes que han habitado y habitan la región.