Es que justamente el turismo tradicional griego a veces no tiene que ver con la historicidad de esta gran nación. Que quede claro, esta intención tiene que ver probablemente con la geografía insular. Dentro de la Grecia continental, obviamente los edificios de Atenas se imponen dentro de la historia del país y son atracciones que son parte del colectivo de actividades demandadas por turistas. Pero con respecto a las islas más visitadas, tal vez los espacios que aparecen en las leyendas o en la mitología griega, no son lugares muy visitados. Hoy venimos a pregonar esos olvidados.
Dejando un poco de lado a Mykonos, Santorini o Creta, que son las islas que más turistas atrae año tras año, nos enfocaremos en los escritos de las viejas historias y en los estudios de los más brillantes científicos y filósofos de una época. Tanto estas que ya nombramos, como Rodas, forman parte de distintos archipiélagos que están muy preparados para recibir visitantes. Basan toda su actividad y su economía, preparando vacaciones ideales para extranjeros. De eso viven estas islas. Situación diferente la de las islas ‘históricas’ que próximamente vamos a nombrar.
Esta guía es para aquellos que quieren escapar de las aglomeraciones de gente, de los autobuses amuchados, de las playas sin espacio para acostarse, de los restaurantes con largas filas. Algunos buscan relajarse, separarse del turista tradicional y adentrarse en la cultura popular de los lugares que visitan. Aún así, esto no quiere decir que estas islas que te vamos a recomendar no cuenten con maravillas naturales. Para nada. Solo estaremos esquivando las multitudes y los retrasos generados por las congestiones y amontonamientos.
Para iniciar nuestro viaje por las Islas griegas, debemos entender que Grecia no solo fue la cuna de la civilización, sino el origen del pensamiento crítico. Y desde esos tiempos de antaño, la gran pregunta que se hacían los primeros filósofos tenía que ver con encontrar la manera de llegar a la felicidad y la plenitud. Esa pregunta nunca encontró su respuesta y continúa siendo analizada. Lo que sí podemos decir, es que con la belleza que se despliega por las más de 200 islas que integran los archipiélagos griegos, tal vez estemos más cerca de llegar a ese ansiado apogeo.
Para adentrarnos en este mundo de islas desconocidas, tomamos en cuenta los escritos de distintas celebridades que han escrito sobre las preciosuras que encontraron en sus viajes por estas islas. El poeta Constantino Cavafis, fue un poeta local que se consagró como una de las grandes figuras literarias de su momento, y que relató sus travesías en varios libros y poemas. Algo parecido a lo que hizo Lluis Ferrés Gurt, el escritor español que también viajó por las Cícladas. Cuenta sus aventuras por el Mediterráneo con cierta efervescencia. También podemos escuchar los cánticos de Leonard Cohen. El cantautor y poeta canadiense, recientemente fallecido, le dedicó muchas letras a su amor por las islas griegas. Leo se enamoró de las mismas en sus viajes por las tierras helenas.
Tomando en cuenta a estos tres relatores como puntapié inicial, arrancamos nuestro camino por estas joyas perdidas, y para disfrutar tu crucero en Grecia.
– Samotracia:
Esta pequeña isla ubicada al norte del Mar Egeo, se encuentra cerca de la frontera entre Grecia y Turquía. Más allá de su ubicación, lo importante son las historias que circuncidan a Samotracia. Cuentan los relatos que Filipo de Macedonia y Olimpia de Epiro se conocieron en esta isla, enamorándose para siempre. Estamos hablando de nada más y nada menos que los padres del gran conquistador Alejandro Magno. Sus viajes los juntaron en esta diminuta civilización. Quién iba a decir que para concebir a uno de los más grandes íconos de la historia.
– Samos:
Nuestra segunda isla, es una perla secreta del grupo Espóradas. También dentro de las aguas del Egeo. Al Norte del Dodecaneso podemos llegar a este mítico lugar donde nació el gran Pitágoras. El filósofo y matemático fue una de las mentes más influyentes de su época. No solo creó el conocido Teorema de Pitágoras, sino que desarrolló otras teorías de pensamiento que se siguen enseñando y aplicando hasta hoy en día.
– Ítaca:
Así como Kefalonia, Corfu o Paxos, Ítaca pertenece al grupo de las Islas Jónicas. Uno de los archipiélagos más famosos y paradisíacos del mundo. Las aguas turquesas se fusionan con la bella vegetación mediterránea. Pero más importante que sus paisajes, son las leyendas que se cuentan. Es que aquí nació Odiseo. El famoso rey vivió su infancia en esta isla. Penélope, su esposa y principal protagonista de la obra “La Odisea”, espera por él durante 20 años luego de la gran Guerra de Troya. Aquí nació para la literatura el concepto de fidelidad matrimonial, y sirvió de ejemplo para miles de novelas que vinieron después.
Asimismo, Ítaca es el hogar de otra fábula griega. En el fondo del mar, en la capital de la isla llamada Vathi, descansa en el fondo “la pradera de Poseidón”. Se dice que el Dios se estableció durante un tiempo en las profundidades de estas aguas. En el centro de Vathi, puedes visitar el colegio de Homero. Muchos dicen que este edificio sirvió de inspiración para describir el palacio de Odiseo.
– Eubea:
Para finalizar nuestro viaje, nos adentramos en las costas orientales de Eubea. Anteriormente conocida como Negroponte, ya que los venecianos conquistadores la llamaban así. Aún siendo la sexta isla más grande de todo el Mediterráneo y contando con una gran población, no mantiene fines turísticos. Por esta enorme isla pasaron muchas figuras populares. Desde Alejandro Magno hasta Aristóteles. El discípulo de Platón nació en Estagira, y fue allí donde conoció a Alejandro por primera vez. Aquí le enseñó a pensar como griego, una vez que conquistó todo el territorio. Por ser macedonio, en Atenas no era muy bienvenido. Pero en Estagira se lo respetaba. No así a Aristóteles, que se lo miraba de reojo por sus conocimientos y prácticas consideradas inusuales a su tiempo. Es por eso que cuando murió Alejandro, Aristóteles decide escapar a Eubea, una isla de la cual le había hablado Magno. Fue en Calcis, su capital, donde se escondió por un tiempo. Quiso esquivar el mismo destino que tuvo Sócrates, cuando se lo obligó a consumir veneno por haber corrompido a la juventud. Algo parecido se pensaba de Aristóteles en su pueblo natal. De esta manera, el gran pensador falleció años después en el centro de Eubea.
Años después, los seguidores trasladan su tumba devuelta a su ciudad de origen.