Cada año, a la altura en que el sol reasume su potestad de fuego, la Ruta Nacional Nº 12 en su tramo primero; los caminos de tierra y ripio que acortan distancias; y el acceso de 14Km. repavimentado; todos conducen hacia el mismo destino: la playa de la región de Paraná Campaña, Villa Urquiza, el punto de concentración estival de amigos y familias, la opción de naturaleza, arena y aguas amarronadas del río Paraná.
El plan no varía en demasía. Se ingresa por las calles angostas de la villa, bordeadas por árboles que tocan sus copas en las alturas regalando una espesa sombra; se estaciona el vehículo en algún espacio bien dispuesto; y se camina entre shorts, bikinis y gafas negras, al ritmo de una canción de moda, cargando el tereré y el sillón o la esterilla, la sombrilla por si acaso, y respirando con todos la distensión de un día dedicado al descanso y la diversión.
Pronto se dará la espalda al camping, los sauces y sus compañías arbóreas -a los que se querrá volver promediando la tarde-; y la superficie rugosa y dorada se extenderá bajo los pies propiciando el relax. Varios metros más allá, la vista distinguirá el movimiento constante del curso fresco del Paraná, y se perderá en el horizonte silvestre que desborda de verde el territorio isleño.