Crónica de un viajero en ChajaríConducidos por quintas citrícolas respaldadas tras cortinas de pinos; vigilados desde las alturas por eucaliptos de delgados troncos y ramas atiborradas; tomados de sorpresa por el aroma dulzón de las sandías ya maduras… internados en la zona rural del noreste de Entre Ríos, descubrimos Chajarí transitando no sin asombro sus rústicos aunque consolidados caminos.
Ellos conducen al destino del paseo, a uno, a dos, a varios: los senderos claros y acanalados sofocados por el verde constante de las plantaciones en una estampa rural que carece de horizonte, porque allá, hacia el final, sólo se ve verde y marrón, y marrón y verde, hasta que la imagen se corta advirtiendo precipicios que nunca llegan, y una curva y más árboles y más ripio, y más cielo abriéndose inmenso arriba, pero sólo arriba.
En un momento la fábrica de jugos; el confortable camping balneario municipal; las aguas serenas del Lago Salto Grande; la pequeña Villa del Rosario; la diversificada propuesta turística del establecimiento Piedras Finas; las hermosas playas de Santa Ana; la belleza envolvente del balneario Drewanz; todas desviaciones del camino de ripio, del camino principal y sus múltiples desprendimientos; todo en las afueras de Chajarí, pero hacia adentro, en la zona urbana, las calles también manifiestan su esencia pueblerina de tierra y piedra, y sólo unas pocas, las más céntricas, han aceptado el privilegio del pavimento.
Hecho de ripio, de eucalipto y naranja en la sosegada vida del interior de Entre Ríos, Chajarí se desenvuelve ante los viajeros como el lugar de paso donde finalmente permitirse la imprescindible pausa del largo trayecto. Un espléndido Parque Termal se encarga del resto: de la satisfacción, de las comodidades, la diversión, la templanza, el descanso y el retorno renovado a la Ruta Nacional 14 y su circuito inacabable de exquisiteces regionales.
Conducidos por quintas citrícolas respaldadas tras cortinas de pinos; vigilados desde las alturas por eucaliptos de delgados troncos y ramas atiborradas; tomados de sorpresa por el aroma dulzón de las sandías ya maduras...
